Con la urgencia de mejorar su nivel para la Copa del Mundo 2026, en la cual será anfitriona, la selección mexicana utilizará la Copa América como laboratorio de pruebas para avanzar en su apurado relevo generacional y justificar el nombramiento de su joven entrenador, quien ha sido objeto de duras críticas.

La derrota en la final de la Liga de Naciones de la Concacaf en marzo, incluso contando con sus figuras, sacudió los cimientos de la Federación Mexicana de Fútbol. Como resultado, el entrenador nacional Jaime Lozano recibió autorización para refrescar la nómina del Tri de cara a la Copa América, incorporando a varios jugadores emergentes de la liga mexicana.

“Debimos hacerlo antes”, admitió Duilio Davino, director deportivo de selecciones nacionales de la FMF. “Ahora tenemos que proyectar al mejor equipo posible para 2026”.

Veteranos como el portero Guillermo Ochoa, que aspira a su sexto Mundial en 2026, y el extremo Hirving Lozano quedaron fuera de la convocatoria preliminar de 31 jugadores que Lozano presentó en mayo para los partidos de preparación contra Bolivia, Uruguay y Brasil.

En estos ensayos, Lozano debutó a ocho jóvenes en la alineación contra Bolivia. La alineación alternativa ante Uruguay fue superada con un contundente 4-0 en contra, desatando feroces críticas. La derrota 3-2 ante Brasil fue más decorosa, con un equipo que incluía al delantero naturalizado Julián Quiñones.

“La selección no es para formar jugadores; en sus clubes hay quienes deben hacerlo”, comentó Claudio Suárez, seleccionado mexicano entre 1992 y 2006, quien cuestiona el relevo generacional.

“No comparto el cuento del recambio generacional. A la selección deben ir los mejores, ya tengan 40 años o 18. Así era cuando yo jugaba”, expuso Suárez.

El llamado ‘Emperador’ lamentó que México afrontara los ensayos contra Uruguay y Brasil con equipos experimentales. “Pocas veces se puede enfrentar a esos rivales, y no aprovechamos la oportunidad”, sentenció.