Un año después de su épico triunfo ante Novak Djokovic en la Catedral del tenis, Carlos Alcaraz regresa a Wimbledon con una nueva etiqueta: ya no es solo un aspirante, sino el favorito, con toda la responsabilidad y presión que ello implica. Este torneo podría unirle al exclusivo club de los tenistas que han ganado seguidos Roland Garros y Wimbledon.

Alcaraz enfrenta un escenario diferente al del año pasado, cuando era apenas un joven con unos pocos partidos en hierba. Ahora, tras sus victorias en Queen’s y Wimbledon, las predicciones lo sitúan como favorito, por encima de su gran rival Jannik Sinner y del maltrecho Novak Djokovic.

Su preparación para la temporada de hierba ha sido distinta este año, con una temprana derrota en la segunda ronda de Queen’s, lo que significa que llega a su debut este lunes (13:30 hora de Reino Unido) con solo dos partidos oficiales en esta superficie. Ni siquiera participó en exhibiciones en Hurlingham, prefiriendo realizar intensas sesiones de entrenamiento en las pistas de Wimbledon durante ocho días con tenistas de nivel como Grigor Dimitrov, Stan Wawrinka, Flavio Cobolli y Jack Draper.

Las sensaciones de Alcaraz son buenas y su cuadro también, pero el ritmo de competición lo marcarán los primeros partidos.

“Tras lo del año pasado, a lo mejor me consideran más favorito, pero estoy intentando no tomarlo de esa manera. Perdí en los octavos de Queen’s y eso demuestra lo difícil que es jugar en hierba. Hay muchos jugadores que están mucho más adaptados y todo puede pasar”, advirtió el murciano, quien debutará ante Mark Lajal, número 262 del mundo e inexperto en Grand Slams.