Patrick Mahomes y los Kansas City Chiefs dejaron claro el jueves pasado que no hay resaca post-título que los afecte, y que quizás son incluso más peligrosos que antes. La búsqueda por lograr el primer tricampeonato en la era del Super Bowl ha comenzado con fuerza.

Las pruebas están en las 27 unidades y 353 yardas que acumularon ante los Ravens, quienes el año anterior presumían la mejor defensiva en puntos permitidos. Con la misma fórmula que los ha llevado al éxito —un potente ataque aéreo liderado por Mahomes y un arsenal de receptores a su disposición—, los Chiefs se mostraron implacables.

Aunque el estelar tight end Travis Kelce parece haber perdido algo de protagonismo, la ofensiva de Kansas City sigue siendo letal. Los jóvenes receptores Rashee Rice y el explosivo novato Xavier Worthy se destacaron como blancos confiables para Mahomes. Además, el juego terrestre liderado por Isiah Pacheco ofrece un buen equilibrio al equipo.

Por su parte, los Bengals (0-1), que vienen de ser sorprendidos por unos Patriots que sumaron 170 yardas terrestres y dominaron el tiempo de posesión, tienen como prioridad frenar el ataque terrestre de Kansas City.

Ofensivamente, los Bengals no lograron mucho con Joe Burrow al frente, cometiendo dos balones sueltos y extrañando la presencia de Ja’Marr Chase, ausente en el campo de entrenamiento debido a una disputa contractual, y de Tee Higgins, fuera por lesión.

A pesar de sus dificultades, hay esperanza para los Bengals. Se enfrentarán a una defensiva de Kansas City que cedió 450 yardas, incluidas 185 por tierra. Sin embargo, el entrenador en jefe Zac Taylor deberá ajustar su estrategia ofensiva, luego de haber entregado el balón a sus corredores solo 12 veces en la primera semana.