Del respaldo incondicional a los primeros pitos. El Santiago Bernabéu, juez implacable, no perdona ni a las estrellas. Kylian Mbappé ya lo comprobó en carne propia: tras un inicio de temporada titubeante, los silbidos comenzaron a escucharse en los duelos ante Arsenal y Athletic Club. El desenlace dependerá de su actuación en la final de Copa del Rey este sábado.

El delantero francés llega con descanso, tras superar un esguince en el tobillo derecho sufrido ante el Arsenal en Champions. Su sanción por roja directa ante el Alavés también lo dejó fuera ante el Getafe, sumando diez días sin jugar. Durante ese tiempo, se enfocó en su recuperación física para llegar en óptimas condiciones a la cita copera. En el club aseguran que las sensaciones son buenas.

El Real Madrid necesita al mejor Mbappé, ese que firmó 19 goles entre enero y marzo y que parecía reencontrarse con su mejor versión. Pero la realidad más reciente es otra: cinco partidos sin anotar y una expulsión temprana. Su último gol fue el 29 de marzo ante el Leganés.

Ese bajón se ha reflejado también en el equipo: eliminado de Champions, a cuatro puntos del Barcelona en Liga y con resultados irregulares en la Copa. Tras la eliminación europea, el Bernabéu mostró su descontento con silbidos hacia el francés, especialmente al ser sustituido en el minuto 75 del partido de vuelta, con un Real Madrid sin ideas y superado en el global por el Arsenal.

Mbappé abandonó el campo con apenas un disparo y sin haber liderado el intento de remontada que tanto se esperaba. La final del sábado será clave para redefinir su relación con la afición. Puede ser un punto de inflexión… o de ruptura.